Nueve meses abriendo y cerrando el blog, queriéndoles contar de TO-DO , y ¡voilá!, acá me encuentro otra vez (♥).
Estuve casi dos años en la cueva de la introspección, con una necesidad imperiosa de saber que me pasaba y querer sentirme bien conmigo.
¿Vieron que a veces nos sentimos, rarxs, mal, inconformes, como desconectadxs de una parte nuestra sin saber el motivo?; bueno, dije basta de esto!. Problemas, conflictos, circunstancias, eventos desafortunados tenemos todxs, pero estar bien con unx hace que todo lo que nos vaya surgiendo se encare de manera diferente.
De la mano de mi práctica budista, y con esa necesidad de querer ser feliz y hacer felices a los demás, le hice frente a mi propia oscuridad, y en lugar de que ese "que se yo" me abrumara emprendí un camino largo de autoconocimiento, de riñas internas en la búsqueda plena del famoso #autoamor como lo llama la China con Moño (hermosa!), y aprendiendo que somos sujeto y medio ambiente, si estamos bien, todo a nuestro al rededor estará como nosotros estemos: soy la energía que quiero atraer.
El trabajo más arduo fue el de la lucha con mi falta de amor propio; aquel que se conoce más allá de los espejos, sino que se encuentra justo al final de un ejercicio de introspección y empoderamiento; aprendí a quererme, y ser paciente conmigo (con todo lo que esto implica!); la intención de fomentar la importancia de amarnos sin condiciones, naturalizando que, a pesar de los prejuicios de los demás, nuestro cuerpo debe de ser admirado por el simple hecho de existir, se convirtió en misión, y casi sin querer me encontré enamorándome del arte de conocerme a mi misma.
Ahí entendí que estamos donde tenemos que estar, y que todo lo que nos va tocando vivir esta ligado a la causa que en algún momento hemos grabamos, que por consiguiente tiene un efecto, y que sea cual sea si estamos plantadxs, segurxs de nosotrxs mismos y haciéndonos cargo de que todo lo que nos sucede tiene que ver con lo que generamos (¡sería algo así como dejar de tirar la basura afuera!), en lugar de afectarnos cualquier fenómeno circundante de la vida, lo veremos como desafíos que serán puro aprendizaje.
Buen jueves y feliz febrero. Luli.
Estuve casi dos años en la cueva de la introspección, con una necesidad imperiosa de saber que me pasaba y querer sentirme bien conmigo.
¿Vieron que a veces nos sentimos, rarxs, mal, inconformes, como desconectadxs de una parte nuestra sin saber el motivo?; bueno, dije basta de esto!. Problemas, conflictos, circunstancias, eventos desafortunados tenemos todxs, pero estar bien con unx hace que todo lo que nos vaya surgiendo se encare de manera diferente.
De la mano de mi práctica budista, y con esa necesidad de querer ser feliz y hacer felices a los demás, le hice frente a mi propia oscuridad, y en lugar de que ese "que se yo" me abrumara emprendí un camino largo de autoconocimiento, de riñas internas en la búsqueda plena del famoso #autoamor como lo llama la China con Moño (hermosa!), y aprendiendo que somos sujeto y medio ambiente, si estamos bien, todo a nuestro al rededor estará como nosotros estemos: soy la energía que quiero atraer.
El trabajo más arduo fue el de la lucha con mi falta de amor propio; aquel que se conoce más allá de los espejos, sino que se encuentra justo al final de un ejercicio de introspección y empoderamiento; aprendí a quererme, y ser paciente conmigo (con todo lo que esto implica!); la intención de fomentar la importancia de amarnos sin condiciones, naturalizando que, a pesar de los prejuicios de los demás, nuestro cuerpo debe de ser admirado por el simple hecho de existir, se convirtió en misión, y casi sin querer me encontré enamorándome del arte de conocerme a mi misma.
Buen jueves y feliz febrero. Luli.
